jueves, 25 de febrero de 2010

Ciudad, muerte en sueños y el estudiante ingeniero

Urbe, se acumula la gente, se las ordena eficientemente, se las transporta, se les da de comer, se les infunde la idea del trabajo después de haberles quitado sus medio de subsistencia, se las educa en las buenas maneras, se las bombardea con panfletos de consumo, se les promete una vida feliz a cambio de su voluntad; en fin, amaestrados.

Universidad de muertos, tirados en cada esquina donde se concentra la oscuridad. Vida, vida en sueños, ¿que esperan mientras duermen?¿Y sus amigos?¿Y sus experiencias de vida?¿Tan cansados están que buscan una mejor entres sueños o ya renunciaron a esta? Pero siguen ahí, boca abajo, mientras se les va el tiempo, mientras crecen las sombras de la tarde. Mudos, ornamentos del pasillo, observan.

El estudiante ingeniero, concreto, atento, minucioso. Observa el tablero. La profesora escribe, el memoriza, ella escribe, el memoriza. Pasivo, fetichista del dato, este se convierte en su ultima reliquia, una palabra, un ente abstracto que tiene valor en cuanto el no lo comprende totalmente. ¿Como cuestionar el electrón, los amino ácidos, la ley de enfriamiento, el efecto doppler cuando no se tiene los medios para comprobarlo? Aunque estas probablemente estén bien fundamentadas, la fortaleza de su ciencia le hizo al estudiante ingeniero perder su duda; su pregunta no es ¿si eso de verdad funciona así?, sino, ¿cual es la manera mas rápida de asimilar la teoría? 011100101011110010111000101011100. Resuelve el problema, mira en la parte de atrás del libro, es correcto por ahí lo dice.

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